Uno de los festejos más populares y antiguos que aún perduran en la Región de Valparaíso, son las fiestas religiosas en las que se funden la devoción y las prácticas culturales de los pueblos originarios, instancia en la que los creyentes se unen en cofradías de Bailes Chinos y danzan por las calles de pueblos y localidades como Loncura, Las Ventanas, Olmué, Villa Alemana y Quillota, entre muchas otras.
Pero sin duda, el Baile Chino de Loncura y la Fiesta de San Pedro patrono de los pescadores, tiene un sabor diferente, pues la alta convocatoria de cofradías que llegan desde distintos lugares a fines del mes de junio cada año, con sus trajes de vistoso diseño y colores, son recibidos con alegría y la hospitalidad con que las y los loncuranos atienden a las visitas con carbonada de Lapas y Merluza frita con ensalada chilena, dan cuenta de una fiesta que es patrimonio inmaterial de la comuna de Quintero.
Así nos lo relata, Esteban Cisternas Cisterna, profesor de historia y sexta generación familiar como danzante del Baile Chino de Loncura, que además es coautor del libro El mar está dentro de mí, en el que profundiza acerca de los orígenes de este rito en la Caleta de Loncura, y que se caracteriza por el uso de vestimentas similares a los uniformes de los marineros, la entonación de flautas y el baile sincrónico que hace gala de su destreza para ensalzar la adoración religiosa.
Su devoción, nos señala, nace “más que nada por un tema de querer continuar tradiciones familiares y querer de alguna u otra forma a través de mi práctica de profesor de historia, poder vislumbrar de donde viene esto, de donde vienen los bailes chinos, cómo han logrado mantenerse tanto tiempo vivo, más de 500 años en los valles de la cuarta y quinta región, acá Loncura específicamente, se da por una tradición de pescadores como un culto a San Pedro, pero en algún punto fue un culto al mar”.
De la Paya a las Coplas
Respecto del libro que da cuenta de más de 150 años de tradición en Loncura, Esteban Cisternas nos señala que él busca, “darle protagonismo a muchas personas que estuvieron invisibilizadas dentro del relato oficial de la historia, yo creo que, dentro de mi práctica como historiador está que los sujetos populares sean protagonistas, que ellos se sientan importantes, lo que hacen también tiene un lugar dentro de la historia nacional que muchas veces en los grandes libros de estudio no aparece”.
Tal es el caso de Fernando Montenegro, poeta y payador conocido popularmente como Caballito Blanco, que actualmente es el Alférez del Baile Chino San Victorino de la comuna de San Felipe y desde hace 59 años ha participado en otras cofradías de la región de Valparaíso, “el Alférez es el que lleva el orden, la situación, el que canta, el que saluda al Alférez que viene de frente, el que saluda al altar, el que se despide de la fiesta, es una misión completa, muy correcta y debe ser correcta en sus cosas”, nos dice certeramente.
Fernando Montenegro, dice que tiene un don natural para cantar las coplas y por eso llegó a ser alférez a muy temprana edad, “yo nací para esto, yo no aprendí mucho, lo que sí fuí muy leído (sic) y en historia tengo mis razones para que algún día, si alguien tiene duda que consulte lo que se aprendió (sic), pero lo aprendí solo, no me lo enseñaron”.
El fervor religioso de los Bailes Chinos que se desprende de sus palabras, lo vemos reflejado en la gran cantidad de pueblos y sectores rurales en los que se practica la fe, como nos señala el Caballito Blanco, “para los pescadores debe ser una satisfacción inmensa de poder hacerle la fiesta a su patrón, pero nosotros que somos campesinos, que somos de Putaendo, San Felipe, Quebrada Alvarado, que vienen los chinos de allá estas tierras que son bonitas, tenemos la precisión de llegar a ver al santo y le contamos la historia que hemos leído”.
La historia que va y viene
El Baile Chino de Loncura, está compuesto por 1 Alférez, 2 Tamboreros, 28 Chinos con flautas y 1 Bombero que va marcando el paso. Esta tarea la realiza Carlos Leal, quien nos comenta que, a la Fiesta de San Pedro realizada el 25 de junio recién pasado, llegaron 30 cofradías de distintos lugares que sumaron unas 1500 personas, cada una con sus trajes e instrumentos musicales en honor al santo patrono de los pescadores, que tiene una imagen de casi 3 metros de altura en el patio central de la Caleta.
Cada año, la celebración de San Pedro inicia con una Misa en la Capilla de Loncura a mediodía, en la que participan autoridades locales, vecinos y cada cofradía presenta su estandarte para ser bendecido por el párroco. Luego las delegaciones son agasajadas con un almuerzo, para posteriormente dar inicio a la procesión de los Bailes Chinos y Diabladas por las calles que han sido adornadas con guirnaldas de colores para ambientar la principal fiesta de este pueblo costero.
Según la investigación realizada por Esteban Cisternas, Rafael Contreras y Daniel González, el primer vestigio de esta celebración data del año 1872, como lo señala el historiador Benjamín Vicuña Mackenna en su libro Quintero su estado actual y su porvenir, publicado en 1874, en el que describe “una procesión de indios y pescadores conduciendo en dos pequeñas andas la imagen de la Virgen milagrosa del lugar y al santo del día, el príncipe de la iglesia y de las redes”.
Para el profesor Cisternas, como explica en el libro El mar está dentro de mí, “este relato de 1872 describe una escena ritual idéntica a la que se ve en las fiestas actuales del Valle del Aconcagua: dos filas de hombres con flautas o pífanos, uno a cada lado, y el alférez, capitán o cacique que batía una banderola delante de ambas columnas, expresiones que según el autor darían continuidad a los que llama los antiguos saturnales, o fiestas de los campos, con sus brebajes y bebidas estimulantes”.
El mar y la fe
Otro de los hechos relevantes que se destaca en el libro, es que si bien la Fiesta de San Pedro comenzó en el antiguo caserío en donde hoy se emplaza Quintero, a fines del siglo XIX diferentes familias de pescadores se instalan a vivir en lo que actualmente es Loncura, mudándose no tan sólo con sus pertenencias, sino que también, con sus costumbres y creencias, formando un núcleo de hermandad entre ellas y dando vigor a la fe en su santo patrono.
El sacrificado trabajo de pescador y mariscador, en aquella época demandaba mucha fuerza física para mover los botes a puro remo, enfrentando corrientes y marejadas que muchas veces podían cobrar la vida de más del alguno de ellos, por eso cada vez que se aprestaban a salir al mar se encomendaban a San Pedro para tener una buena pesca y regresar a salvo a sus hogares. Es así, que, para retribuir la protección, “realizan el pago sacrificial al santo mediante mandas, el baile y el trabajo festivo”, cuyo eje devocional fue la fiesta misma.
Una característica del Baile Chino de Loncura que no pasa inadvertida, es la utilización de la vestimenta similar a el uniforme de los grumetes de la Armada de Chile, tanto en colores como diseño, que según indica en su libro Esteban Cisternas, dataría de al menos el año 1930, y esto obedecería a que en algún momento de principios del siglo XX, la institución castrense habría comenzado a donar excedentes de sus pertrechos militares a la cofradía, en atención a la destreza, disciplina y devoción que exhibían los devotos de San Pedro.
Respecto de los instrumentos musicales utilizados, la flauta tiene unos 40 centímetros de largo y está compuesta por 2 tubos de distinto tamaño, que al soplarlos dan un tono diferente cada uno, en tanto los tambores de cuero, tienen un diámetro que no sobrepasa los 25 centímetros. El baile en sí, tiene distintos pasos o mudanzas, que requieren de práctica, agilidad y resistencia física, porque las procesiones no duran menos de tres horas.
Con vista a la esperanza
Un ejemplo de tradición familiar loncurana en el arte de la pesca y la fe, es Juan Esteban Cisternas Valencia, pescador artesanal, chino y alférez del Baile de Loncura como también se le conoce en la comuna, que además es padre de Esteban Cisternas, el autor del libro, con quien comparte en la cofradía.
No obstante, explica que, “tenemos muy poca juventud interesada en estas cosas, nosotros hemos tratado de enseñar, hicimos taller en la Universidad Católica, gratuitamente, y afortunadamente, ya hacen como 7 años y todavía tenemos chinas que ahora son profesoras y pertenecen al baile de nosotros; mi hijo es profesor de historia y ahora hay 3 profesores que trabajan con él y están metidos acá y vamos incorporando gente. Antes no había mujeres y ahora incorporamos mujeres, ojalá esta fe no muera nunca”.
El desafío que se le presenta al Baile Chino de Loncura no es menor, pero está lleno de esperanza, el fervor religioso en San Pedro seguirá existiendo mientras haya pescadores artesanales, porque de ahí emana este festejo y agradecimiento, del trabajo duro en el mar que muchas veces no es bien recompensado porque la contaminación en la bahía de Quintero cada vez les obliga adentrarse más y más en el mar para mantener a sus familias.
Por este año el Baile Chino de Loncura cumplió con su patrono e invitados, es de esperar que, en los años venideros, más flautas y tambores se escuchen en las pequeñas calles del pueblo y no sean otros ritmos los que destronen esta práctica ancestral, que estrecha los vínculos comunitarios y se niega a desaparecer.
Autor: Rodrigo Gonzalez