Conversatorio “Sueños en Vuelo”, Arte Volantines

Exposición: Alejandro “Mono” González y Agrupación Arte Volantines, integrada por Osvaldo Salas, Luis Torres y Manuel Correa. Lugar: Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). Fecha: entre el 25 de agosto y el 17 de septiembre de 2016.

Participantes en el conversatorio: Alejandro Mono González, Manuel Correa y Roberto Farriol (director MNBA)

Transcripción y edición: Fernanda Poblete

2 de septiembre del 2016.

Mono González: Separación entre institución y academia respecto al acto urbano. Ahora estamos uniendo esas cosas, desde la calle estamos visitando a los maestros de la pintura. Además, en este mismo lugar [Salón José Miguel Blanco del MNBA] hace muy poco se veló a Balmes, que tiene que ver con nuestro trabajo en la calle.

Lo importante es que esta exposición surge en un lugar nada que ver con el Museo, es el Mercado Persa Bío Bío en Barrio Franklin, donde tengo una galeria de arte público, de diseño gráfico. Es allí donde me encuentro con Manuel y otros volantineros, y ellos quieren conversar porque quieren reinstalar el volantín cortado o calado. Me parece interesante, porque es algo nuevo respecto a lo que está sucediendo con los volantines chinos que llegan, impresos con las marcas: hay ciertos oficios que se están perdiendo. En Italia conozco un trabajo de Nemesio Antúnez, además él tenía una atracción con Guillermo Grau (volantinero), y así confluyen ambos caminos.

Cómo ellos empiezan a trabajar, cómo seleccionan los papeles, cómo lo financiamos. Así fuimos haciendo autogestión. Es la forma en que trabajamos en la calle -nos confabulamos con un montón de otros muchachos- y así entusiasmamos al museo, etc.

Cuando pinto un muro, no es de uno, sino que es de todos. Así, todo este grupo humano es el que genera esta exposición. Estos tres muchachos: un administrador público, un instalador eléctrico y un obrero de la construcción y son volantineros. Pero, además, es super importante que dentro de los volantineros hay clubes que se dedican a organizar competencias, hacer diseños, etc.

Esto va más allá de eso. Producto de esta exposición se va a organizar una Fundacion del Arte Volantín, con personalidad jurídica, y va a permitir que esta exposición sea parte de esta (Fundación), el primer capital, todo el material de la exposición. Y además, involucrar a otros volantineros. Llevan a otro lugar y desarrollan otras instancias.

Este mural [señalando la proyección del power point], lo pinté el año pasado en la Expo Milán, en el Pabellón de Chile y cómo ellos lo toman y lo llevan acá y lo convierten en volantín. Cómo las imágenes emigran y vuelan y llegan a este lugar. Ahí tambien hay una poesía. Cómo confabulamos una exposición con gente que encantamos.

Manuel Correa: Efectivamente aquí hay una confabulación de sueños. Yo pertenezco a un club de volantines y hoy día estamos en la campaña del volantín seguro. Nosotros, con estos dos chicos, vimos que había un espacio que no se ocupaba dentro de las tradiciones propias nacionales y que son los volantines de fantasía. Hay muchas personas que hoy venden volantines, pero estampados y son impresiones masivas. No hay un concepto artístico de atrás. Y estos volantines y este chico realizaba verdaderos vitrales, pero los usaba para hacer logos. El concepto que se incorporó fue asociarnos con el “Mono” y llevar su arte y sus murales al cielo. El lema de la Brigada Ramona Parra era en su minuto “contra la dictadura pintaremos hasta el cielo” y hoy en día es “pintaremos hasta el cielo”. Quisimos tomar un trozo de muro y llevarlo al cielo, sueños en vuelo. Esta imagen que está en el volantín y los recursos que transportan a la infancia.

Toda la gestión fue propia, no hubo aportes de empresas o instituciones. Agradecemos las puertas que nos abrió el museo. Esto nos permite generar nuevos proyectos. De hecho ya está la idea de organizar el Primer Festival del Viento en Chile, trayendo representantes de otros países, que practican otras disciplinas que son muy distintas al volantin chileno, que son cometas. De hecho ya hay dos paises interesados, Colombia y Argentina, también un grupo de Guatemala conectado a la cultura y tradiciones de ese país.

Queremos que todas las manifestaciones relacionadas al viento esten presentes e involucradas. Soñar que estén expuestos en el hall del museo.

Director Farriol: Algo que me llamó la atención el día de la Inauguración fue la tensión que se establece con la relación entre toda esa masa de esculturas pesadísimas, decimonónicas, figurativas, inamovibles, que no se desplazan, respecto a los volantines que van en sentido contrario. Y también a nivel de materialidad. Otra cosa que está en juego es lo mal llamado y prejuicioso “las altas y bajas artes, las artes populares”. Una alimenta a la otra y potencia a la otra. ¿Cuál es la opinión de ustedes al respecto de esas perspectivas, en cuanto a materialidad y el sentido de las expresiones populares?

Mono González: Aquí hay algo importante, el trabajo que me orienta y me motiva es cómo de alguna manera lo popular nutre a lo académico. Me acuerdo de Violeta Parra, por ejemplo. Tenemos ese prejuicio que lo académico es solo lo válido y lo otro no lo es. Y justamente lo otro es muy válido porque es lo que construye identidad y construye cultura, mestiza, que se relaciona con muchas otras culturas, etc. Hoy día hay un patrimonio de mural nuestro en el extranjero, pero porque hay una identidad reconocible afuera, en estilo, y que tiene que ver con lo latinoamericano. También poner acento en los volantines, la materialdiad y fragilidad de la materia y estos vitrojos de colores que estan ahí intercalados. La fragilidad de los muros nuestros, los terremotos, las cosas bélicas. De la tristeza de la dureza de la vida sacamos lo contrario, nos nutrimos con eso. Recuerdo la Lira Popular al ver los volantines colgados con los cordeles.

Director Farriol: Te quería preguntar una cosa. En el hall [del museo] tenemos un arte decimonónico, por ejemplo, pero arriba tenemos un arte popular. Pero el arte popular es también un arte contemporáneo. Utilizar materiales frágiles y su disposición en el espacio, además que represente algo en términos conceptuales, una historia del mural que esté elevado… todo eso genera ciertas preguntas, es decir, ¿este arte popular es también arte contemporáneo?

Mono González: Nosotros, el lenguaje que utilizamos acá, es verdad, no hay marco, hay una estructura que es de coligüe. Con el coligüe los maestros que venden y exhiben volantines en la calle es donde montan todos los días, colocan y sacan sus volantines y quisimos demostrar ese lenguaje. En el fondo eso es lo que quisimos, hacer una instalación con los coligües, los perros y los cáñamos. Demostrar un poco ese lenguaje, reinstalar y poner acento en que la gente se fije en esos detalles más sencilllos y que son nuestros, pero con una manera muy creadora y además con iconografía que hemos creado en la calle y [mediante] una unión de los artesanos con los artistas urbanos.Director Farriol: Hay mucho prejuicio e ignorancia. Si nos remontamos al Bauhaus, este se funda con el diseño, teatro, artesania. [Lo popular] No se ve como un elemento anómalo si no como un elemento fundamental.

Manuel Correa: Una anécdota. Nuestro proyecto partió hace dos años. Uno de los primeros trabajos que hicimos fue en la Municipalidad de Santiago. Nos citaron a una reunión, a los artesanos de los volantines. Yo llego desde la oficina y voy a la reunión y sale una chica del Museo preguntando si han llegado los artesanos y una persona hace una broma de muy mal gusto. Dice: “no, deben estar tratando de limpiar la ropa”. Después y cuando me ven entrar a la reunión me preguntan: “Perdón, ¿tú eres la persona?” Entonces, los estereotipos, la imagen que está impregnada en la sociedad. Esa es una de las cosas que queremos romper con la exposición. Que no se hable del artesano o del muralismo en términos peyorativos y que sean consideradas como arte y obras de artes instaladas en cielo abierto. Ver arte en cada una de las manifestaciones.

Director Farriol: También hay prejucio en que se cree que basta poner una tela y óleo para convertir ese objeto en obra de arte. La obra de arte va más allá de la funcionalidad, [requiere] de una obra poética. Es cuando un trabajo aporta.

Mono González: Es importante este conversatorio. Con la tecnología estamos perdiendo muchos oficios, porque se va perdiendo la mano de obra calificada. Esta exposición nos deja como resultado el rescate del oficio, poner acento en él y en lo efímero, y también cómo va quedando.

Estamos re encontrándonos con oficios perdidos y con la infancia. Aquellas cosas que son frágiles, pero si quedan con una huella muy fuerte. Estas manos que hacen estos volantines y el trabajo colectivo. Las sociedades se forman así. No es una exposición individual.

Director Farriol: El individualismo termina en la catástrofe de la desconfianza. Pero este tipo de trabajo recupera las confianzas, la colaboración, trabajar en comunidad y de manera horizontal. Cada uno tiene su capacidad y lo que suma es mas importante que el individuo.

Consultas del público sobre lo efímero de las obras:

Mono González: Una de las cosas que me costó aprender fue lo efímero de pintar un mural en la calle, para que permanezca en el tiempo. Lo que me deja tranquilo es que hay mucho registro. Sí me duele mucho, para el 11 de septiembre [de 1973], fue que algunas diapositivas se perdieron. Existen libros y registros para que quede en la retina. Sí, el mural es efímero, pero hay que jugar con eso. Se diferencia del muralismo mexicano, que uno va a visitar; en cambio, el muralismo de la calle provoca, se encuentra con el espectador y es la función que cumple. Mientras más espectadores en los lugares, es más visible. Yo he borrado murales míos y he pintado sobre ellos, porque puede ser que ya hayan sido vistos muchas veces. Hay un juego que tengo que entender, que es lo que sucede en la calle. Ahora, lo del volantín también tiene que ver con la vida. Uno envejece y muere y la obra queda, esa huella, se deja la obra, y discípulos y jóvenes que la vieron.

Manuel Correa: Yo por ejemplo no vendo volantines, los regalo a seres queridos, para fechas especiales. Conversaba sobre lo efímero. El volantín se puede romper, pero el recuerdo de esa persona que recibe el objeto perdura para siempre. Entonces no sé qué tan efímero puede ser cuando se tiene esa huella del recuerdo, eso va a perdurar para siempre. Muchas personas que vieron esta exposición van a recordar la exposición de volantines. Para mí hacer un volantín es poner mi vida en él. Hacer este trabajo significa quitarle tiempo a otras actividades, hay parte de mi vida aquí. No comparto quizás tanto que sea algo tan efímero, sino que queda en los recuerdos de cada uno.

Director Farriol: El arte contemporáneo nace de la intervención en espacios públicos, las vanguardias del 70’ u 80’. El espacio era el espacio público, porque era el lugar político, de encuentro, donde no había censura. En ese sentido, traer obras [al Museo] ligadas a lo cotidiano, que nos convocan en términos prácticos, hace reconocernos a nosotros mismos. A veces los museos consideran ciertos hitos de la historia transformándolos en elementos que abarquen todo, pero eso no es posible, abarcan una realidad determinada, en un tiempo y un determinado contexto.

Cuando se habla, por ejemplo, de la Gran Pintura, que es un ícono dentro de la historia del arte chileno a nivel de identidad y construcción, una pintura pequeñísima [en volumen] pero que tiene valor en el sentido que representa ese imaginario que se construye y que se imaginó. Empieza a tener un peso simbólico a nivel de país en la medida que se construye. Bueno, representa una cosa, pero representa una parte de muchas cosas del siglo XIX y no representa toda la identidad nacional. Hay otra cantidad de elementos que nos representan como ciudadanos que no están en los museos. Por eso, traer el mural transformado en volantín en una manera tal que recoge la historia, eso valida el muralismo en Chile, un arma de lucha y no solamente un relato de la historia [de Chile]. El muralismo en Chile y el trabajo de Mono González con la Brigada Ramona Parra es un muralismo de contigencia, que se hace “in situ” para situaciones concretas y que no tiene sentido antes o después, y tiene esa fragilidad de estar en una situación de riesgo. Una de las formas que tenemos para introducir lo social, lo colectivo, lo cultural, es vincularlo con el espacio público. Ahí es donde están todos los artistas alimentándose, vinculándose e inventando lenguaje. Los museos tratan de recoger, filtrando para bien y para mal; siempre las decisiones son en un sentido y otro, en este caso, para abrir un panorama más completo y complejo, más criticable, porque entra discusión con los modelos instalados.

Mono González: Recuerdo una anécdota. Cuando terminamos de pintar un mural con [Roberto] Matta en La Granja, estábamos tomando un vinito y comiendo empanada. Un muchacho toma una brocha y un pincel y le pide al maestro que le firme algo y no teníamos papel. Y en el papel de las empanadas, un papel café de envolver, el maestro empezó a dibujar y dejó un dibujo. Pasó el tiempo, y en la época de la clandestinidad, recuerdo una vez, pasé por un lugar y un muchacho me para y me dice: “mira, yo guardé ese papel”, y él tenía una librería, ahora de libros usados. Resulta que cuando se quedó cesante y vino la dictadura no tenía capital para trabajar y le compraron ese grabado y era de Matta y era ese papel. Empieza a circular el mercado. Muchas veces hablamos del arte efímero y en qué relación tiene que ver con el valor, la oferta y con el arte. Cuando pintamos en la calle no tiene que ver con el mercado, es un problema que tengo al respecto con mi relacion con las galerías, los grabados.
Nosotros creamos una Galería de Arte Popular en el Persa Bío Bío, que trata de que nuestras obras sean [expuestas] en forma directa con láminas, pero también tiene que ver con cómo se distribuía o se vendía la Lira Popular, cómo se ilustraban o se hacían grabados. Estamos hablando del soporte y del mercado. Y ahí es cuando empezamos a hablar sobre el pecado de lo efímero, en ese sentido, y a mí no me duele eso, porque nuestra vida también es efímera. Chile es efímero, en la medida que vienen los Golpes de Estado y los terremotos. En el fondo nosotros siempre queremos permanecer eternos y la forma es construyendo pais o construyendo sociedad.

Lo que estamos haciendo hoy día: estamos uniendo artesanos, oficios, rescatándolos, uniéndolos en un soporte como es este Museo. ¿Cómo la cultura la vamos haciendo nosotros? Preocupándonos del aporte y la creación y ¿cómo nos nutrimos entre nosotros? Yo me nutro con el Maestro [volantinero], con él. En el fondo, la obra no es de uno sino que es de ese trabajo colectivo. Ese es el sentido de sociedad que queremos construir y el aporte cultural que queremos dar.

Pregunta al Director, sobre pintores callejeros y patrimonio.

Director Farriol: Tengo una respuesta de como cuatro años y medio. Cuando llegué el Museo traté, justamente, de abrir una sala que da a la calle, una sala muy pequeña, circular, se llama Rotonda. Da una puerta a la calle José Miguel de la Barra y en la parte superior de la puerta dice “exposiciones temporales”. Esa sala, que no debe tener más de 9 m. de diámetro, mi intención es que se convierta en una sala de exhibiciones del museo, pero, para acoger arte y espacio público, [abierta hacia la calle]. Porque hay exposiciones que tienen que estar conectadas con el espacio público, porque tienen que sentido con el trabajo en el espacio público. Entonces, esa sala que yo llamo en términos Arrianos, el Anti Museo, ese anti museo abierto hacia la calle, en la cual para ingresar no se deba pasar por este frontis apoteósico -lo cual provoca cierta intimidación, separa el espacio público y el privado del museo-. La idea es abrir esta sala y hacer una convocatoria para “arte espacio público”, [que acoja] desde el graffitero que haga su trabajo en los muros interiores, entonces se trabaje y se registre.

Yo parto de la base que el arte en el espacio público es un arte efímero, una relación temporal con el ciudadano. Se corre el riesgo de que se pierda o desaparezca, implica una lectura diferente. Es de esperar que se pueda consolidar esa sala, abrirla y crear ese espacio para que todos los niveles y categorías del muralismo y [demás] trabajos en espacio público puedan tener su lugar y estas obras convertirlas en patrimonio, en la medida que se registra tanto el proceso como el final. Esa es una tarea que el Museo tiene pendiente y que en lo particular a mi me interesa, porque creo en eso. Hay un asunto normal y lógico, con eso que nunca nos queremos hacer cargo de la pérdida -de objetos o de nuestras propias vidas-. Creemos en una suerte de inmortalidad y, en ese sentido, las obras que se plantean en espacio público son capas sobre capas y cada una es una historia diferente. Mi intención es esa, que ese espacio se abra solamente para eso.

Mono González: Quiero dar las gracias y al público, nos hubiera gustado tener más concurrencia en este conversatorio. Pero sé que de alguna manera los que están presentes van a comentar, divulgar lo que aquí conversamos y la idea es que [la exposición] se transforme en un espacio de conversación, discusión e investigación. La exposición que nosotros quisimos hacer acá no solo busca instalar todo lo que hemos hablado, sino que [deseamos] produzca algo en la gente y si algo puede hacer en la vista, pensamiento e inquietudes, especialmente en los estudiantes que vienen mucho al Museo. Antiguamente no se veía tanta gente, también se está produciendo un diálogo entre la exposición de “abajo” y la de “arriba”, con historia, patrimonio, la calle y lo que está instalado adentro. Gracias.

Publicación Original en  Blog : https://museosacieloabiertolaantesala.wordpress.com/ el 03-04-2017 bajo la etiqueta Testimonio

Imágenes: Archivo personal

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